6.1.08

347

me cuesta unos minutos enfocar, saber que estoy haciendo. 347, 347... 3:47, am, de la mañana; el reloj que adorna tu muñeca izquierda me recuerda lo tarde que es. la línea de tu brazo (la línea que siguen mis ojos desde un costado de tu cama), mis ojos encuentran en tu piel un punto y un círculo que para vos deben significar muchas cosas, pero que a mi no me dicen nada. después de decirme que alguien afuera estaba pateando una botella te quedaste dormido.
creo que si mi pulgar se despega de tu índice te vas a despertar, pero me equivoco porque, además, comenzaste a roncar. los brazos anchos, separados, los dedos doblados hacia adentro y tu cuerpo desnudo, dice tu reloj que son las 3:53.
creo que si mi cuerpo deja de ejercer su peso sobre el colchón que nos acuesta te vas a despertar pero nuevamente me equivoco porque estoy sentada en la alfombra y vos cada vez roncas más fuerte y más raro. si ese es el sonido que me espera toda la noche no voy a poder dormir.
puedo sentir como mi cuerpo se llena de una sensación triste, el miedo de sentir que no te conozco.

2 comentarios:

MALiZiA dijo...

Pensamientos, sensaciones conocidas en lo que escríbís, hoy estuve recorriendo la bloggofera y caí en tu blog. Te dejo mis saludos, hasta prontito.

jc dijo...

Despertarte

Despertarte a mitad de la noche
y ver en el otro lado de tu cama
a tu mujer llorando
es una experiencia importante.
Quiere decir, entre otras cosas,
que mientras paseabas por los cuartos
iluminados de tu cerebro
algo se estaba gestando cerca tuyo.
Un error con el cual mantenés
una particular relación de intimidad.
Porque aunque no firmemos nada,
ni corramos apurados bajo la lluvia de arroz
pensamos que es para toda la vida
y así seguimos.
Botes, que durante la noche,
quedan amarrados al muelle,
golpeándose entre sí,
según el viento.

Fabián Casas