crónica de unas tetas operadas (part two)

creo que pensé por primera vez en operarme en marzo, o por ahí. cansada de la falta de armonía, creo. sí, la armonía está en cada uno y no debería necesitar 650 cm3 de gel cohesivo para sentirme mejor, pero yo quería, y claro que soy una frívola y una materialista, y una consumista (eso claro como el agua) pero yo soy así, demasiado corta y complicada es la vida ya como para andar dando explicaciones. el gato es mío y me lo cojo cuando quiero.
entonces, en marzo. desde entonces, desde que pensé en operarme que no dejo de mirarle las tetas a las mujeres. a todas, hace meses que estoy así. por ahí me agarran mirando y paso vergüenza, pero me dí cuenta de que a mi también me miran, y me consuelo con pensar que estamos iguales.
ahora, no conforme con tener lo que quería las comparo, y me paso una parte importante del día frente al espejo mirándolas. de costado, de arriba, agachada, me miro las tetas todo el día, y me las toco; para ver como suben, como bajan, para ver si están más naturales que hace un rato, para ver como caen, todas las excusas valen. al principio me sentía una freak pero desde dos sectores diferentes llegó un consuelo que me haría sentir mejor (o menos freak):
1) mi mamá (totalmente mimetizada con la causa): "¿ vos sabes que no dejo de mirarle las tetas a las mujeres ? parezco lesbiana"
2) mis amigas (todas): "ay, ro, no puedo dejar de mirarte las tetas. ¿puedo tocar ?"